domingo, 1 de septiembre de 2013

Las quinielas de Rajoy



Anda la tribu revuelta. Medios de comunicación y fuentes próximas al Partido Popular entretienen estos días morosos de arranque del curso político con chiripitifláuticas especulaciones sobre cambios, crisis y remodelaciones en el Gobierno y en el partido. No se alarmen. Pasa todos los años. Además, en esta temporada al Gobierno y su presidente les viene bien que nos distraigamos con estos juegos en vez de insistir en temas tan engorrosos como los ordenadores de Bárcenas y las disertaciones de Carlos Floriano sobre los puertos USB. A fin de cuentas, todos llevamos dentro un seleccionador de fútbol y un presidente del Gobierno. Nos encanta hacer alineaciones.

Quienes conocemos un poco a Rajoy sabemos que cuánto más le remodelen el Ejecutivo en los medios, más seguros estarán los ministros en sus despachos. Hacer cambios en el Gobierno antes de que llegue el frío invierno económico sería un despilfarro. Parece bastante más lógico esperar a la primavera, para que el buen tiempo y las caras nuevas permitan recuperar algo de la popularidad perdida. Sumar a la crisis económica una crisis de Gobierno es meterse en más problemas de los estrictamente necesarios.

Además, para hacer una remodelación del Ejecutivo o en el partido Rajoy debería disponer de soluciones y recambios que mejorasen en algo la situación de partida. Todas las quinielas que circulan por los mentideros no solo no arreglan gran cosa sino que más bien empeoran el desastre. Empezando por el partido, cargarse ahora a Javier Arenas equivaldría a imputarle políticamente en la financiación ilegal. Relevar a María Dolores de Cospedal sería señalarla como chivata por su declaración ante el juez Ruz.

Oculista o vacaciones

Siguiendo con el Gobierno, destituir a Ruiz-Gallardón arrojaría dudas razonables sobre qué espera el presidente de un ministro de Justicia, que no está para borrar pruebas o cambiar fiscales. Prescindir de Cristóbal Montoro o Luis de Guindos sería tanto como reconocer que algo no va bien en esa política económica que hasta ayer mismo había logrado evitar el oprobioso rescate. Fulminar a Ana Mato supondría ridiculizar públicamente su gusto por las fiestas de cumpleaños.

Tampoco parece sensato el otro argumento que manejan los artífices de la crisis: relevar ministros quemados para reconvertirlos en cracks electorales. Quien diga en serio que Arias Cañete y su afición al bunkering, José Manuel Soria y su recibo de la luz creciente o Sáenz de Santamaría y su adustez comunicativa son los revulsivos ilusionantes que precisan los electores populares en Andalucía, Canarias o Madrid, o necesita un oculista o necesita unas buenas vacaciones. Rajoy ve bien y acaba de volver de las suyas.


Antón Losada

Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela
 elperiodico.com - Sábado, 31 de agosto del 2013

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