viernes, 17 de agosto de 2012

Las Pussy Riot son condenadas a dos años de prisión por ‘gamberrismo’

Miembros de AI muestran su apoyo al grupo en Londres.
 
Las tres integrantes del grupo punk femenino irán a la cárcel por "incitación al odio religioso"
La policía detiene a varios opositores en las puertas del juzgado como el político Serguéi Udaltsov y el ajerdrecista Kasparov



Marina Sirova, la jueza del proceso contra las Pussy Riot, no ha traicionado a su fama de implacable -en toda su carrera, solo una vez ha dictado un veredicto absolutorio-, y ha condenado a las tres integrantes del grupo punk a dos años de prisión. Los abogados del grupo punk ya habían advertido que recurrirán la sentencia.

Las Pussy Riot -que el 21 de febrero pasado montaron un show anticlerical en la catedral moscovita de Cristo Redentor al interpretar el rezo punk Madre de Dios, echa a Putin- han contado con el apoyo de famosos del espectáculo y de activistas en diferentes partes del mundo, pero esto ha sido insifuciente para garantizarles la libertad.

El exBeatle Paul McCartney fue el último en sumarse a la lista de figuras solidarias, que incluye a Madonna –quien en su reciente concierto en Moscú, cantó Like a Virgin con una máscara como las que usó el grupo punk en la catedral, y en su espalda se podía leer "Pussy Riot", escrito con un marcador negro-, Sting, Patty Smith, Red Hot Chili Peppers, Faith no More, Yoko Ono, la viuda de John Lennon y otros.

MacCartney publicó en su página de web una carta dirigida a las integrantes del grupo, en la que dice: “Queridas Nadia, Katia y Masha, escribo para apoyaros en este momento difícil. Quiero que sepáis que espero que las autoridades rusas observarán el principio de libertad de palabra para todos los ciudadanos de vuestro país y no os castigarán por vuestra protesta”. El famoso cantante británico afirmó defender la libertad de expresión en el mundo civilizado mientras ésta no dañe a nadie.

Tras pedirles a las Pussy Riot que “sean fuertes”, McCartney asegura: “yo y muchos otros como yo creemos en la libertad de palabra y haremos todo lo que podamos para apoyaros a vosotras y la idea de libertad artística”.

Varias organizaciones rusas de defensa de los derechos humanos, así como también Amnistía Internacional, consideraban a integrantes del grupo punk como presas de conciencia (permanecían en prisión preventiva desde marzo).

A pesar de las muestras de solidaridad expresadas en el extranjero y en Rusia, en este país son muchos también los que consideran que las Pussy Riot han cometido un delito grave contra la religión y que debía ser castigadas. Los que así piensan son, ante todo, los miembros de organizaciones ortodoxas y nacionalistas.

Entre los ciudadanos rusos que apoyan a las Pussy Riot, se encuentran el escritor Grigori Chjartishvili, que firma sus novelas con el seudónimo de Borís Akunin, quien había exhortado a acudir al juzgado Jamóvniki en solidaridad con las Pussy Riot.

Cientos de personas se hicieron eco del llamamiento de Akunin y acudieron al juzgado Jamóvniki, entre ellos algunos líderes de la oposición. La policía hizo varias detenciones, entre las que se encontraba Serguéi Udaltsov, líder del Frente de Izquierda. También se acercaron al tribunal activistas ortodoxos, partidarios de condenar a las integrantes del grupo punk.

Después de anunciado el veredicto, los que apoyaban a las Pussy Riot comenzaron a protestas activamente y la policía realizó nuevos arrestos.
 
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El proceso contra las Pussy Riot había comenzado a fines de julio con la ausencia de dos acusados: el grupo que hizo la perfonmance en la famosa iglesia ortodoxa de Moscú estaba integrada por cinco personas, pero la policía logró identificar y capturar solo a tres, María Aliójina (24 años), Yekaterina Samutsévich (30) y Nadia Tolokónnikova (22). Por mucho que los investigadores trataron de sacarles el nombre de las dos restantes punks, las acusadas se mostraron firmes y aseguraron conocerlas solo por sus apodos.

Aunque el carácter político de la actuación del grupo punk era evidente, el fiscal se negaba a reconocerlo y argumentaba que la parodia a los ritos sagrados hecha por las muchachas, unida al lugar donde realizaron su actuación, demostraba que el verdadero objetivo de la Pussy Riot era instigar el odio contra el cristianismo ortodoxo, la principal religión en Rusia. De ahí que la fiscalía hubiera calificado el delito de las punk como gamberrismo motivado por odio religioso y pedido tres años de cárcel. La jueza decidió darles uno menos: dos años de cárcel.

Contra el veredicto con cárcel real estaban incluso algunos influyentes popes, como Andréi Kuráyev, profesor de la Academia Espiritual de Moscú, quien opinaba que si las muchachas iban a prisión, se podrían convertir en mártires y surgir "numerosos imitadores".


EL PAÍS.com - Pilar Bonet - Moscú - 17 AGO 2012

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