miércoles, 3 de noviembre de 2010

AVENUE Q EL MUSICAL EN MADRÍD

Por fin llega a Madrid el último musical que ha hecho temblar los cimientos del mismísimo Broadway. A la “Avenue Q” llega Princenton, un risueño muchacho que se topará en su aventura neoyorkina con una galería de personajes a cada cual más peculiar. La historia es una vuelta de tuerca del Barrio Sésamo de nuestra infancia, pero mucho más transgresor, adulto y sin tapujos. De hecho, es mejor que los niños se queden en casa.

Mezclando muñecos gigantes de trapo con personajes de carne y hueso, este espectáculo cuenta con música y letras de Robert Lopez y Jeff Marx, y libreto de Jeff Whitty. Ha cosechado tres premios Tony y se mantuvo en el John Golden Theatre durante más de seis años en cartel para pasar al Off-Broadway, donde todavía sigue dando guerra.

UNA HISTORIA ORIGINAL, IRREVERENTE Y DIVERTIDA

Estamos en un viejo bloque de apartamentos de un barrio periférico de Nueva York, Avenue Q. Princeton, un joven licenciado que busca piso, conocerá a Kate , la que puede ser la mujer de su vida, o tal vez deberíamos decir la “monstrua” de su vida, porque en este bloque viven algunos monstruos y humanos marginados de la sociedad neoyorquina, que son lo más políticamente incorrecto que pueda uno echarse a la cara. Convivir con ellos será una aventura inolvidable.

AVENUE Q, UN ÉXITO INTERNACIONAL. DE BROADWAY A MADRID.

Avenue Q El Musical, representada en Broadway desde 2003, y ganadora de tres premios Tony (el más prestigioso galardón otorgado a los musicales en Estados Unidos), ha hecho reír y emocionarse a millones de espectadores en todo el mundo. Avenue Q ha sido representada además en Australia, Rusia, Israel, Francia, Hungría , Brasil, Suiza, México, Italia, Filipinas, Argentina, y por supuesto, Londres, donde sigue actualmente en cartel, ¡ y ahora por fin en Madrid !.

Avenue Q El Musical se representa en teatro Nuevo Apolo de Madrid y al verlo sentirás la magia que ha hecho de este musical un éxito mundial: actores y marionetas interactuando en el escenario y descubriéndonos de manera irreverente aspectos de nuestra vida, desde un punto de vista totalmente original: “ Que mierda ser yo ”, “ Internet es para el porno” , “ Todo el mundo es un poco racista”, o “ Si fueras Gay” son algunas de las canciones con las que fliparás.

La crítica ha dicho de Avenue Q:

* "Un inteligente y atrevido musical. Infaliblemente melodioso e irresisitible". The New York Times
* "Un golpe monstruoso". The Sunday Times
* "Endemoniadamente divertido". The Wall Street Journal
* "Es la avenida donde todo el mundo debería vivir. Absolutamente brillante, lloré lágimas de verdad…de la risa". Sky News
* "Es Avenue Q un espectáculo adulto, crudo, y al tiempo enormemente divertido". ABC
* "El público de la noche del estreno con alfombra, lo aplaudió todo, hasta un cambio escenográfico ( como sucede en Broadway), y salió del teatro feliz". El País

La marioneta que hay en ti

La fama del musical “Avenue Q” ha crecido como la espuma. El espectáculo nació en los bajos fondos de Broadway partiendo de una original premisa: poner sobre el escenario actores y muñecos. Sin embargo, los manipuladores de estos últimos no se esconden tras ningún muro y permanecen bien a la vista durante toda la función. La gran baza de esta novedosa apuesta está precisamente en la metáfora de la marioneta como símbolo de las diferentes personalidades e incluso razas que pueblan el mundo, dado que la inventada “Avenue Q” es un divertido mosaico de individuos.

El eco del aplauso del público ha retumbado en las principales capitales, y por fin la versión española espera una acogida a la altura en las tablas del Teatro Nuevo Apolo. Siete actores se mueven a un ritmo frenético durante más de dos horas, dejando un pequeño descanso de quince minutos para reponer fuerzas. En la “Avenue Q” se han ido a juntar la flor y nata de lo mediocre. Se trata de sujetos que una vez tuvieron ilusiones pero que tuvieron que adaptarse a unas circunstancias poco amigas de sus sueños.

El muñeco Princeton, magníficamente interpretado por Ángel Padilla, llega al barrio cargado de anhelos, pero la búsqueda de su meta se le escapa entre otras experiencias vitales, pesadillas y momentos de penurias. Todos los vecinos tienen una historia que contar. Desde la singular pareja formada por la terapeuta japonesa Mery Christmas y el cómico y futuro consultor Brian, que durante la obra celebrarán una boda salpicada de farolillos chinos, hasta el asesor financiero algo facha Rod, que aprovechará la función para salir del armario cuando ya todos sabían de sus tendencias sexuales, incluido su compañero de piso Nicky, pasando por el encargado del mantenimiento, el niño prodigio venido a menos Gary Coleman.

Tampoco podemos olvidar la encantadora e irónica Kate Monster, con la que Princeton vivirá (y practicará) un amor de antología, el gigante Trekkie Monster, cuya afición al porno es tan enorme como su buen corazón, o la tremenda Lucy La Guarra, una bailarina muy sexy. Mención especial para los ositos de las malas ideas, unos peluches algo canallas que incitan al resto a malgastar el dinero, a pillar una buena cogorza o, directamente, al suicidio. La fachada de la calle está provista de una suerte de tramoya escénica que abre puertas y ventanas por los que los personajes se mueven a sus anchas, y sube y baja paneles para trasladarnos de un club nocturno a la azotea del Empire State Building.

Uno de los logros más sobresalientes de “Avenue Q” es el sincretismo que alcanza el títere con el encargado de infundirle vida, pues no pasan ni dos minutos y el muñeco tiene entidad propia al margen de las manos que lo manejan. Es algo realmente fantástico verles bailar con las piernas prestadas de sus manipuladores cuando nuestro cerebro ha asimilado la total fusión. Personas de carne y hueso y muñecos de trapo y peluche cantan y declaman unos textos caústicos que hablan de la homosexualidad, el racismo y otros temas políticamente incorrectos. Una extraordinaria manera de tomarse la vida con sentido del humor y no demasiado en serio. No apta para mentes obtusas con prejuicios.
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